Obra publicada en el número 7 de la revista Arqscoal.
El manejo de una superficie continua de hormigón blanco es la manera en que se trabaja este volumen de cierta abstracción. Bajo este plano quebrado se envuelve un programa disperso y diferenciado, dotando su presencia de carácter y unidad a la vivienda.
La casa se convierte en figura aproximadamente cruciforme. Se genera un volumen más importante y significativo para las áreas estanciales, mientras que las restantes dependencias se limitan a subrayar la horizontalidad de la llanura del entorno agrícola cercano.
La solidez que aporta la textura del hormigón blanco propuesta para parte de los muros y forjados de la vivienda, se ve potenciada por el empleo de un material totalmente opuesto en color, despiece y textura, el ladrillo negro, que no hace sino incidir en el juego compositivo del proyecto.