Ubicación:
Aldeamayor de San Martín. Valladolid.
Fecha:
Proyecto 2002; Ejecución 2004
Cliente:
Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León
Exteriormente, el edificio se hace eco de la horizontalidad del llano paisaje circundante. Las proporciones y materialidad del nuevo volumen enfatizan aún más la serenidad horizontal que se persigue.
Para ello, se proyecta una pieza que tiene en consideración al edificio de ladrillo existente: por una parte, se conserva la interrumpida línea de cornisa de la edificación antigua en el cuerpo central de la ampliación; por otra, la necesidad de salvar el desnivel entre la calle y el interior del colegio actual se resuelve creando un zócalo-peana que integre los dos niveles. Aprovechando estas dos líneas horizontales básicas (suelo y cornisa), se establece una cierta continuidad entre los dos volúmenes, aunque no participen del mismo sistema compositivo.
Resulta así una pieza que tiene una menor altura que el existente, salvo en el cuerpo central de conexión. La composición horizontal se procura mediante una superposición de estratos horizontales (zócalo de hormigón visto, banda acristalada y caja blanca con cubierta plana) que estiran virtualmente las nuevas piezas de aulas.
Este contraste de dimensiones vertical y horizontal consiguen la lectura serena pretendida, cargada de sutilezas que den vida al diseño del conjunto. Es desde este punto de vista desde el que se entiende mejor el espacio-pausa en que se convierte el alargado patio en torno al que se disponen todas las circulaciones del nuevo edificio escolar. El valor que adquiere dicho patio desde sus múltiples percepciones será suficiente como para organizar la complejidad del nuevo organismo.
Únicamente los huecos exteriores (que más que huecos son bandas vacías de separación entre el zócalo de hormigón y la caja blanca) establecen los criterios de organización y jerarquía del mismo en función de la luz que intentan captar al interior de los espacios: los frentes de aulas son amplios ventanales horizontales con una celosía que los protege; los huecos de los pasillos de aulas son grietas muy estrechas con unas particiones que acompañan el dinamismo propio de su interior; los de los despachos de administración son también ventanas horizontales situadas a la altura del plano de trabajo de las mesas; los del vestíbulo son amplios y diáfanos (como los de las aulas, pero sin protección solar) para procurar la expansión del espacio central; y los de los accesos son puertas con diferentes alturas en función de la jerarquía de su uso.